Cuidarnos Unos a Otros
Hay que cuidar la Tierra y cuidarnos unos a otros. En caso contrario vamos a ir al encuentro de lo peor. El cuidado es parte de la esencia del ser humano. No es algo que uno puede tener o no tener. Tal vez el pensador más riguroso sobre el tema fue Martín Heidegger. En su libro El ser y el tiempo dedica los dos párrafos centrales a preguntarse cuál es la esencia del ser humano, y él mismo contesta al decir que no es ni el espíritu, ni la libertad, ni la creatividad. Es el cuidado.
En el texto, Heidegger hace referencia al viejo mito romano del cuidado, muy ilustrativo, en el que cuenta la historia que un día el dios Cuidado estaba paseando en las orillas del río y tomó un trozo de barro y creó una figura como el ser humano y, contemplando la figura, dijo: “Le falta solamente la vida” e invocó al dios supremo Júpiter para que le infundiera espíritu. Pero, como todo ser viviente tiene un nombre, comenzó la discusión entre ambos sobre quién de los dos tenía más derecho a ponérselo.
Así que decidieron invocar a la diosa Tierra, quien argumentó que el material de ese ser provenía de sus raíces, entonces era su derecho ponerle nombre. Y ahí se creó, de nuevo, la discusión interminable entre los tres. Todos resolvieron llamar a Saturno, que es el dios del tiempo y de la eternidad, quien dijo: “Yo tengo la solución. Tú Júpiter, cuando esa criatura muera vas a recibir su espíritu. Tú, Tierra, cuando ocurra lo mismo vas a recibir su cuerpo y tú, Cuidado, que fuiste el de la idea, tienes la tarea de acompañar a este ser durante todo el tiempo que va a vivir. Así que el nombre lo pongo yo. Va a llamarse Homo que viene de tierra buena, tierra fértil”.
El significado de ese mito da cuenta de cómo en la creación del ser humano entran las fuerzas más supremas que existen. También demuestra que la distinción clásica que hace nuestra cultura de cuerpo y alma, espíritu y materia no es originaria, antes de estos está el cuidado y de ahí viene el comentario de Heidegger que afirma que el cuidado es la condición previa que tiene que existir para que algo pueda aparecer y romper en la realidad.
El cuidado es el anticipador que orienta nuestras acciones para que sean buenas y no dañinas. Este subyace a todo lo que el ser humano hace, que puede ser bueno o puede ser malo. Así que tenemos que volver a lo esencial que es el ser humano en su dimensión del cuidado. Porque ahí tenemos la base para superar el cinismo y la apatía que caracteriza a toda la cultura moderna.
